Toca hablar aquí de los Cenotes de Cuzamá (cenote: Déposito de agua manantial, que se halla en el Estado mexicano de Yucatán y otras partes de América, generalmente a alguna profundidad.Fuente: rae.es)
Fue una excursión progamada por la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) para los alumnos extranjeros de intercambio (podía aprender la UNIZAR de esto...)
Fuimos casi 60 personas, la mayoría españoles, de todas las partes de España eso sí, como cundimos, jajaja
Una hora de viaje hasta llegar a la localidad de Cuzamá, que está entre Cancún (Campeche, México) y Mérida (Yucatán, México)
Una vez llegados allí, nos montamos en unos "modernos" medios de transporte tirados por caballos sobre unas vigas como de mina de carbón; luego me enteré de que esa zona fue, en su día, una hacienda productora de henequé (una planta que sirvió durante el siglo XIX para hacer tejidos y que llevó a Yucatán a rozar la fortuna universal) y que el hacendado, o dueño de la hacienda, se servía de ese mismo medio de transporte para visitar sus tierras.
Tres cenotes a visitar, todo muy turístico y muy bien organizado.
El primero era el más sencillo de entrar, una escalera de madera te conducía a una repisa natural en la propia roca, en la que también había un balcón a modo de mirador, y, claramente, reinando el calor en el exterior, todos nos metimos en el agua, por cierto dulce una cosa mala, como si le hubieran echado azucar, y no veáis como cansa el nadar en un cenote de estos, entre que casi no me acordaba de nadar y los pececillos que viven allí y que son de todos los colores posibles, casi, casi, lo único que hice fue no nadar, jajaja. Sólo tuvimos media hora para poder bañarnos tranquilamente, porque había que ir al siguiente cenote, el cual era ya un pelín más complicado entrar, la escalera (parecida a la del primero) era más empinada y había un punto que tenías que bajar la cabeza si no te comías, directamente, la pared rocosa, pero bueno, éste también fue fácilmente accesible, otra vez todos al agua como patos, se estaba de miedo, y mientras, los manejadores de los carros de caballos (que aquí los "conductores" son nuestros "presentadores" de programas de la tele, y no es conducir, sino "manejar") esperando afuera, durmiendo sobre los carros, (deben de estar hasta las narices de hacer el mismo recorrido todos los días). Otra media hora y al siguiente cenote, que estaba un poco más lejos y tuvimos que soportar el camino, pero bueno, mereció la pena.
El tercer cenote casi no se ve, es un agujero en el suelo, por el cual ves, muy al fondo, agua azul como el cielo, y la entrada es una escalera de mano, larga como un día sin pan, y sin repisa natural al fondo, sólo un improvisado piso de madera húmeda. En este cenote ya ni siquiera me mojé, estaba ya cansado de tanta agua y tan poca montaña, la verdad, y me subí deprisa a entablar conversación con gente que no había bajado (yo al menos sí que lo hice).
Cuando ya la gente se cansó de mojarse como los peces, nos fuimos todos a un restaurante de la localidad, previo viaje hasta el principio de ruta con los "trucs" (carros de caballos), fue toda una odisea la vuelta, porque, al no parar en ningún sitio, fue todo el trayecto de golpe y no os podéis imaginar lo que tiembla aquello, una cosa mala; y mientras mis compañeros de viaje tuvieron l genial idea de entablar una conversación sobre serpientes, máááásssss maaaaajjjoooosssss ellos...
En el restaurante, y para que nadie notará que eramos españoles, fuimos directamente al bar a beber cerveza fría, que los cenotes dan mucha sed, y el calor de "Lorenzo", ni te cuento...y allí nos las estuvimos bebiendo en la piscina, unos dentro y otros fuera, y unos pocos privilegiados, entre los que me incluyo yo y otros tres más, jugando al poker con piedras, de sobremesa medio aragonesa, que también jugamos al guiñote y medio francesa por el poker y el mus...
A las 18.00h. teníamos programda la llegada a Mérida, pos bien, como esto es México, y los españoles nos acostumbramos a todo, pos como que llegamos tarde, sólo dos horas y media tarde, que pá México, no es nada... Ahora imaginar el horario de clases... como diríamos en mi pueblo: pá mear y no echar gota, tú...